Si se considera que dejar de fumar presenta un porcentaje mayor de fracaso que mantener un matrimonio se comprenderá el interés de refutar algunos errores, autojustificaciones e imposturas que con frecuencia se pueden escuchar a pie de calle e incluso en la consulta médica.
Mito 1: Financiar el tratamiento de deshabituación en los fumadores que quieren abandonar el tabaco es caro
Hecho 1: Frente a los 120 euros que cuesta el tratamiento farmacológico de deshabituación tabáquica durante 2 meses (capaz de triplicar las probabilidades de dejar el tabaco) nos encontramos con los 12.000 euros del tratamiento de un cáncer de pulmón. En Estados Unidos por cada euro invertido en la deshabituación se ahorran tres en atención a patología cardiovascular.
Mito 2: El tabaco no produce cáncer porque un abuelo mío fumó toda la vida y murió con 99 años y con los pulmones más limpios que una patena
Hecho 2: Hay pocos hechos médicos más incontrovertibles que la relación causal entre tabaco y diversos subtipos de cáncer. La excepción, dicen los ingleses más atinadamente, lo único que confirma es esa excepción. En otras palabras, «Superman» salía en las películas porque sólo había uno. El cáncer es el resultado de la interacción de factores genéticos con factores ambientales. Individuos concretos con genes menos vulnerables pueden ser más resistentes al efecto deletéreo de los carcinógenos, mientras que en el caso del tabaco una gran mayoría son mucho más sensibles.
Mito 3: Dejar el tabaco es una cuestión de voluntad
Hecho 3: El tabaco, y en particular, la nicotina es una de las sustancias más adictivas conocidas. Nuevamente, su capacidad para hacer de un sujeto adicto tiene que ver con los genes de la persona y su funcionamiento cerebral, cuestiones totalmente independientes de cuestiones «morales».
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