Se observan estos días en las calles grupos de piernas coronadas por un short de diseño minúsculo. Es la moda de niñas, adolescentes y jóvenes en edad universitaria, un uniforme de verano que acapara casi todos los estantes de las tiendas de ropa y que convierte en una aventura incierta encontrar un pantalón corto con algo más de tela.
Los minishorts sirven para todo. Se llevan al colegio, al instituto, a la universidad. A la discoteca y a la playa, y también se han visto en algún puesto de trabajo. Madres y padres discuten con sus hijas, especialmente con las pequeñas, los profesores lo comentan. ¿Es el debate de siempre, el de la expresión y reivindicación de la juventud, o hay nuevos elementos?
La preocupación hoy latente a la hora de analizar el significado de esta moda es el de lahipersexualización, el acortamiento de la infancia, el ritmo de maduración de los jóvenes… Esto no significa vincular en términos generales la moda de los minishorts (los de la foto no son los más cortos del mercado) a estos aspectos que analizan psicólogos y sociólogos, pero sí que da pie a plantear si todos sus usos son adecuados, lógicos, sanos.
«Podríamos considerar que es una provocación de los adolescentes, una forma de enfrentar-se a los padres», señala Cristina Ramírez, profesora de Psicología Evolutiva y de Psicología de la Sexualidad (Universitat de Barcelona). Sin embargo, esta profesora, que aborda el debate desde muchos puntos de vista, estima que la forma de vestir es un lenguaje y cada uno ha de saber lo que expresa con ello. La coquetería, prosigue, es natural pero la cuestión es saber hasta dónde, «hasta dónde es adecuado llegar para que uno no sea visto como un objeto».
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