El lenguaje es el resultado de un complejo aprendizaje en el que el bebé pone en marcha su cerebro, sus oídos, su aparato fonador y su capacidad de gesticular. Aunque hasta ahora se creía que las primeras sílabas eran universales, algunos estudios muestran que los primeros sonidos están influenciados por la lengua del entorno, lo que convierte a los padres en una pieza fundamental.
¿Origen motor o intención comunicativa?
El origen de esos primeros sonidos producidos por el bebé pueden ser simplemente una consecuencia de los movimientos que hace el niño para succionar, como abrir y cerrar la boca, lo que se llamaría, el origen motor o por otro lado, esos primeros balbuceos pueden tener una intención comunicativa que va más allá del origen motor.
Ten realidad, todo indica que son teorías complementarias, es decir, que por un lado, el niño quiere decir algo y por otro, su organismo, ya más desarrollado, le lanza a ello. En lo que no hay duda, a parte de la influencia del origen motor o la intención comunicativa, es que el entorno en el que se desarrolla el niño juega un papel fundamental. Así, la interacción del entorno con el niño será el primer paso para que el niño se comunique.
Importancia del entorno
Los padres deben saber que en el lenguaje, igual que en otros aspectos del aprendizaje como, por ejemplo, aprender a andar, el bebé lo hace con un orden, siguiendo unos pasos, una secuencia. Dentro de esa secuencia, además, la rapidez o lentitud para adquirir el lenguaje es muy diferente en función de cada niño, por eso, que uno tarde más que otro en decir sus primeras palabras no tiene por qué significar un retraso, simplemente su secuencia sigue un ritmo más lento pero no anormal.
En ocasiones, que un niño tarde más que otro en reproducir sus primeros balbuceos se debe a que está recibiendo pocos estímulos de su entorno familiar, es decir, sus padres no sostienen con él ninguna comunicación y por tanto, el niño no siente la necesidad de responder mediante esos primeros balbuceos. En otros casos, el niño simplemente busca cierta seguridad antes de lanzarse a producir el lenguaje y necesita interiorizar lo que escucha antes de ponerse a hablar.
En cualquier caso, no es bueno obsesionarse con que el niño hable o con que lo haga lo antes posible. Hay que tener en cuenta que los niños comprenden muchas palabras antes de producirlas. Además, la diferencia entre el inicio del lenguaje entre uno y otro niño puede ser de cuatro o cinco meses. Además, en esta etapa, hay que tener en cuenta que el niño no sólo está iniciándose en el lenguaje sino que también está desarrollando otras capacidades. Por ejemplo, habrá niños que tengan un buen desarrollo motor y un más lento desarrollo del lenguaje, y en cambio, otros empezarán a hablar muy pronto pero comenzarán a moverse más tarde.
Interacción lúdica y natural
En esa interacción, antes de que el niño aprenda el lenguaje como tal, la recomendación es que, al comunicarse con un niño, los padres lo hagan con cierta musicalidad, con una entonación marcada aunque no exagerada, utilizando mensajes directos que no creen confusión al niño y palabras cortas que él podría reproducir, siempre a un ritmo lento y huyendo de un balbuceo que pueda confundirles.
Es importante que los padres consigan que esa interacción ocurra de manera lúdica y natural, es decir, a través de algún juego, canción o cuento que suponga un estímulo para el niño y provoque su respuesta. Además, que el niño acuda a una guardería es, en ocasiones, el mejor escenario para el desarrollo de esos estímulos.
Patricia Núñez de Arenas