MADRID, 13 Abril
Ni protocolos de igualdad ni códigos de buenas prácticas. Nada ha funcionado. En el tejido empresarial español -y europeo- el poder está aún ligado a la corbata. La participación de las mujeres en las cúpulas del sector privado es llamativamente escasa. Apenas ocupan un 11,5% de los sillones de los consejos de administración y un 22% de los puestos directivos.
Superadas las barreras de la formación -se licencian más y con mejores notas-, perviven, sin embargo, aquellas trabas que dificultan su incorporación al trabajo; y, sobre todo, las que frenan su promoción. Una cultura empresarial anclada a roles patriarcales y masculinos, que el concepto conciliación esté todavía ligado a la mujer, y el hecho de que las redes personales sean aún un plus para escalar -lo que en un entorno masivamente masculino las deja fuera-, son las piedras en el camino de las profesionales. Actitudes discriminatorias con las que conviven las que tratan de ascender, y que siguen sufriendo las que llegan arriba. En las empresas españolas persiste un lacerante sexismo. También -o particularmente- en los niveles más altos.
Fuente: El País
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/04/11/actualidad/1334167079_033078.html