Aunque no cuente con buena fama, los hijos necesitan cierto grado de disciplina que no se opone a educar en la libertad ni el cariño. El valor de la disciplina será la clave para tener éxito en todas las etapas y un entrenamiento para crear nuevos hábitos. Sin embargo, la disciplina no consiste en regañar y castigar. Una disciplina mal entendida no genera respeto de los hijos hacia los padres.
Cómo exigir cambios a los niños
Entre las pautas para enseñar disciplina a los niños lo más importante no es ser estricto ni exigente, sino exigirles de otra manera:
– No ceder a la presión: debemos intentar no ceder sólo por el grado de sus pretensiones (es un chico insistente, tozudo…) o la presión que sea capaz de ejercer sobre nosotros.
– Preservar la calma: por mucho que nos cueste, es mejor que intentemos aguantar lo más tranquilos posible sus negativas o rabietas, que terminar cediendo a sus exigencias o forma de actuar.
Mejor hablar que regañar a los niños
Cuando tengamos que regañar, lo primero que tendremos que hacer es intentar calmarnos (contemos hasta diez antes de actuar). De nada nos servirá un discurso lleno de amenazas, ni tampoco gritar y, mucho menos, poner cara de malos. La mejor política que podemos llevar a cabo será relajarnos e intentar buscar el mejor momento para hablar del tema.
Quizá tengamos que esperar unas horas o, por qué no, un día, pero los resultados serán mucho más efectivos. Y es que, si tratásemos de hacer razonar a nuestro hijo en medio de una sonora discusión lo más probable es que terminase por no escuchar absolutamente nada de lo que le estemos diciendo.
Además, cada vez que tengamos que regañarle echaremos mano de toda la delicadeza y cariño que nos sean posibles. Y es que el objetivo de una regañina no debe ser humillar al chico con un «lo que has hecho está mal» sino, sencillamente, que aprenda de sus propios errores y, sobre todo, sabiendo que nosotros le queremos con todo nuestro corazón.
Consejos para enseñar disciplina a tus hijos
– No amenaces si no piensas cumplir tu amenaza. Tu hijo terminaría haciendo su voluntad pues sería consciente de que al final nunca termina por recibir castigo alguno.
– Cuenta hasta diez para relajarte un poco antes de hablar con tu hijo.
– Da responsabilidades a tu hijo en función de la edad que tenga. En ocasiones, el problema no se trata tanto de una falta de disciplina como de unas metas «excesivamente» elevadas por parte de los padres.
– El rigor continuo no es positivo. Si no tienes razón, siempre es bueno asumir el error y hacérselo saber a tu hijo.
– Evita estar todo el día encima de tu hijo. Si le mandas hacer una determinada cosa, confía en que lo hará sin vigilarle constantemente o atosigarle con frecuentes recordatorios.
La clave de la motivación positiva para educar
Es bueno tener presente los pobres resultados que suelen ejercer los castigos de cara al futuro. Así, por ejemplo, si lográsemos que nuestro hijo ordenase su cuarto bajo severas amenazas, lo único que estaríamos consiguiendo es que en el mismo momento en que éstas desapareciesen (cuando no estemos presentes o nuestro hijo ya no esté bajo nuestra autoridad) dejase de actuar ordenadamente.
Precisamente por ello, es tan importante que reforcemos su voluntad motivando a nuestro hijo positivamente (felicitándole cada que vez que consiga un pequeño éxito, animándole cada vez que observemos un nuevo logro…) Y es que, cuando se educa a un niño de entre 6 y 12 años no basta con que sepa en todo momento que tiene que ser ordenado sino que, además, tiene que aprender a ordenarlo bien y, por encima de todo, a hacerlo por voluntad propia.
Patricia Núñez de Arenas
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