Los niños pequeños tienen una visión del mundo centrada en sí mismos, egocéntrica, por eso no nos tenemos que extrañar de que no pidan disculpas cuando cometen una mala acción, o que ni siquiera se arrepientan. De cara al futuro, saber pedir perdón y perdonar se convertirá en una clave importante para liberarse, un ejercicio que le dará paz y tranquilidad. Esta actitud le será de mucha utilidad en otras relaciones que tendrá que vivir de adulto.
El perdón nos reconcilia con nosotros mismos y con las personas a las que hemos faltado, nos devuelve la alegría y las ganas de mejorar, por eso es muy importante que desde que nuestros hijos son muy pequeños, sepan que el perdón es el reconstituyente más poderoso que tendrán en la vida.
Los niños pequeños todavía no tienen desarrollado en sentimiento de la empatía y no son capaces de ponerse en el lugar de los demás. Enseñar a un niño a pedir perdón es un proceso gradual que requiere esfuerzo y paciencia por parte de los padres para que aprenda que los daños causados entristecen a los demás, pero que estos errores se pueden enmendar.
Cómo asumir que debemos pedir perdón
No olvidemos que el perdón es una expresión de amor: se perdona a alguien por que se le quiere, y se le pide perdón por el mismo motivo. Por lo tanto, educar a nuestro hijo en el perdón es educar su corazón.
1. Ponerse en el lugar de los demás. Antes de enseñarle a disculparse por sus faltas, el niño tiene que entender que ha cometido un error y cuáles han sido las consecuencias. Los límites deben quedar claros cuando el niño tiene 2-3 años y debe saber que si pasa esos límites, se está portando mal y nos dará un disgusto, por lo que nos enfadaremos y probablemente se lleve un castigo. Es necesario que el pequeño sepa por qué es importante pedir perdón. Todavía no sabe ponerse en la piel del otro, por eso debemos enseñarle nosotros, por ejemplo, lo mal que lo pasa su hermanito pequeño cuando le pega: «mira cómo llora tu hermano, ¿te gustaría que te hiciesen a ti lo mismo?».
2. Reparar el daño cometido. Lo más importante es que le ofrezcamos la oportunidad de restablecer ese daño cometido, y que vaya viendo que sus actos tienen consecuencias y por lo tanto, se responsabilice de ellos.
3. El ejemplo de los padres. Sin duda, nuestro hijo aprenderá muy bien el poder reconfortante del perdón si nos ve ejercerlo en casa. A los niños les duele especialmente el rechazo de los demás y, a estas edades, mucho más si ese rechazo proviene de nosotros, sus padres. Si somos capaces de pedirle perdón cuando le riñamos sin motivo o cuando nos equivoquemos al echarle la culpa de algo, nuestro ejemplo le servirá para reforzar positivamente esta tendencia natural a la reconciliación.
Cómo ayudarle a pedir perdón
– Explicarle con claridad qué ha hecho mal y porqué está mal.
– Para ayudarle a comprender a entender el malestar causado, tenemos que hablarles de sentimientos, preguntándole cómo se sentiría él si le hiciesen lo mismo.
– Enseñarle formas de pedir disculpas: que dé la mano o un abrazo, un beso, o simplemente que diga que no era su intención hacer las cosas mal.
– Darle un empujoncito si le cuesta: «yo le digo que lo sientes mucho y tú le das un abrazo»
–Elogiarle cuando haya pedido perdón y hacer énfasis en lo bien que se siente uno después.
Qué NO debemos hacer:
– Etiquetarlo: Mira que eres malo, no hay quien te aguante
– Demostrarle nuestro desaliento: Es inútil, tú siempre vas a estropearlo todo… Contigo más vale no hacerse ilusiones.
– Llegar al insulto y la descalificación, aun sin enterarnos: ¡Es que no hay niño más estúpido! ¡No eres más tonto porque no puedes!
– Humillarle y burlarse de él.
Estas actitudes no ayudarán nunca a que el niño aprenda a pedir perdón, si no más bien al contrario; se alejará de este objetivo. Los padres y educadores debemos controlarnos ante los errores y faltas del niño, porque unas reacciones como las enumeradas llevarán al pequeño a pensar que ante los errores de los demás, sólo cabe el desprecio y la intención de hacer que el otro se sienta mal vejándole.
Reflexiones sobre aprender a pedir perdón
– Cuando alguien obre mal, juzguemos el hecho, no su persona.
– Muchos niños usan el «lo siento» para librarse de un castigo. Enseñémosle que pedir perdón no sirve de nada si luego se va a volver a actuar mal.
– Es importante que aprenda a pedir perdón en su justa medida: que no se escabulla con un «yo no he sido» o «yo no tengo la culpa» si realmente la tiene, y enseñémosle a asumir las consecuencias.
– Seamos un ejemplo para el niño: que nos vea disculparnos con naturalidad.
Conchita Requero
Asesoramiento: Carmen Ortega, orientadora familiar.
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