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Antídotos contra la pereza. Cómo motivar a los niños perezosos

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Cómo estimular a los niños perezosos

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Le cuesta levantarse, es desordenado, sólo le apetece estar viendo la televisión y no presta atención ni pone interés en casi nada. Los niños son activos por naturaleza por lo que, en casos como estos, tenemos que preguntarnos si el problema de los niños vagos es algo más que simple pereza.

A estas edades, nuestros hijos están poniendo en práctica numerosas virtudes que aprenden en casa y en el colegio. Sin embargo, muchos padres se quejan de la pereza que muestran sus hijos y no saben qué hacer para motivarlos. El esfuerzo, el sentido del trabajo, querer hacer las cosas bien y la fuerza de voluntad son cualidades imprescindibles para su futuro. Si no las ejercen desde pequeños, no tardarán en convertirse en adolescentes blandos, egoístas y comodones, con las consecuencias negativas que eso les acarreará en la vida adulta.

Sin embargo, a la hora de buscar antídotos contra la pereza, los padres debemos ir a la raíz del problema y distinguir cuándo se trata de un niño realmente vago, y cuándo su desánimo puede estar causado por otros factores.

El verdadero perezoso: cómo motivar a los niños vagos

Es el caso de niños acomodados, que rehúyen de sus responsabilidades, no se implican en los encargos de casa, y si lo hacen, es tras mucho insistirles, eso sí, poniendo mala cara.

En un niño así, la raíz del problema puede estar en unos padres que han querido facilitarle al máximo la vida y darle de todo, para evitar que sufriese o pasase alguna carencia. Es tratado siempre como un niño pequeño, se le proporcionan mimos y carantoñas, se hacen comentarios llenos de compasión en su presencia, etc. Aunque los padres lo hacen con buena intención, todo esto acabará perjudicando al niño, que no será capaz de superar dificultades futuras por sus propios medios.

Así se manifiesta la actitud de los niños perezosos y vagos

– Sólo realiza actividades que no exijan esfuerzo.
– No se exige perfección en lo que hace: apuntes, encargos, deberes…
– No lucha cada día contra los defectos que tiene y que conoce perfectamente.
– Se deja vencer por el desánimo.
– No entiende el valor positivo del sacrificio.
– No cuida los pequeños detalles.
– No piensa las cosas antes de hacerlas.
– En ocasiones, no tiene nada que hacer.
– No cumple un horario.
– No cumple los compromisos.
– Revela los secretos que le confían.
– Empieza una actividad, aunque sospecha que no la va a terminar.
– No asume responsabilidades.

Ideas para motivar a los niños vagos y perezosos

Cómo motivar a niños vagos y perezosos

Los padres podemos seguir una serie de pautas para ayudar a nuestro hijo perezoso:

1. Ayudarle a organizarse un horario de tarde o de fin de semana, con el fin de desarrollar su capacidad de autoexigencia. Que no sea ni agobiante ni fácil, así siempre sabrá lo que tiene que hacer y lo que no.

2. Recordarle que debe terminar lo que empieza, como por ejemplo, una actividad extraescolar deportiva.

3. Exigirle perfección en sus deberes, de acuerdo con su madurez y edad.

4. Animarle a hacer, de vez en cuando, lo que no le apetece y no es su encargo -como algún recado molesto- para robustecer su voluntad.

5. Dejar pasar tiempo entre una petición suya y su cumplimiento. Es más educativo que se gane lo que desea tener.

6. Intentar que siempre haga él mismo sus cosas, antes de caer en la tentación de hacerlo nosotros, por ejemplo, ordenar su ropa.

7. Exigirle autodominio en sus impulsos: mal humor, impaciencia, curiosidad…

8. No permitir que se queje de pequeñas contrariedades.

9. Acostumbrarle a asumir sus responsabilidades.

Trastornos que pueden desmotivar a los niños

A veces, puede darse el caso de que un niño se muestra inactivo porque sufre un problema que se nos pasa desapercibido. Los niños son mucho más vitales que los adultos, por lo que si nuestro hijo se muestra desanimado y sin ganas de hacer nada, de forma casi permanente, es un síntoma claro de que algo falla.

Estos niños suelen ser etiquetados como «vagos» y «perezosos», incluso algunas veces como poco inteligentes, cuando lo cierto es que su inteligencia es normal, pero un problema determinado les impide demostrar su valía. Algunos trastornos que pueden llevar a esta actitud son:

1.  Trastornos de atención sin hiperactividadLos niños con trastornos de la atención sin hiperactividad se muestran tímidos, desmotivados, ansiosos y débiles desde el punto de vista psicológico. Con frecuencia tienen problemas en el colegio, ya que no llegan a los objetivos propuestos.

2.  Depresión infantil. Algunos de los síntomas de la depresión infantil son: tristeza, irritabilidad, llanto fácil, falta de sentido del humor, sentimiento de no ser querido, baja autoestima, aislamiento social, cambios en el sueño, cambios de apetito y peso, hiperactividad, etc. El origen puede deberse a la ausencia de refuerzos, experiencias de fracasos, acontecimientos negativos en la vida del niño, atribuciones negativas, incluso causas biológicas (como por ejemplo, una disfunción del sistema neuroendocrino).

3. Trastornos del aprendizajeCuando presentan una gran dificultan para el manejo del lenguaje hablado o escrito debido a un desorden psicológico. Dislexia, disgrafía o dislalia son algunos de estos trastornos. Suelen tener mala letra, son muy lentos, no terminan las actividades ni exámenes en el tiempo previsto para los demás y como su nivel intelectual general está dentro de los límites normales, pasan normalmente como niños vagos y distraídos. Los niños afectados sufren una gran desmotivación para el aprendizaje, además de reacciones angustiosas y depresivas por no verse capaces de estar a la altura de lo que se le pide en el colegio. Además, esto trae consigo alteraciones familiares.

Si intuimos que la pereza de nuestro hijo puede deberse a algún trastorno psicológico, no dudemos en acudir a un especialista. De esta manera, cuanto antes abordemos el problema, más fácil le será al niño ir adaptándose al ritmo del curso. En estos casos, la familia cumple el rol más importante, no sólo a la hora de detectar el problema, sino también cuando llega el momento de ponerse a trabajar junto al especialista y los profesores para que nuestro hijo supere estas dificultades.

Consejos para vencer la pereza

– El vencimiento habitual en cosas aparentemente menudas va creando hábitos de trabajo, de laboriosidad: es la verdadera guerra contra la pereza. Podemos animar a nuestro hijo a ceder el asiento a una persona mayor en el autobús, a dejar el bombón para el hermano pequeño, a no quejarse si la comida no le gusta, etc.

– Hay que evitar la pereza activa, que consiste, por ejemplo, en que nuestro hijo decide irse a estudiar a casa de un amigo y al final, terminan pasándolo muy bien pero sin aprender nada. Cada padre conociendo bien a su hijo podrá orientarle hacia lo que más le conviene en cada momento.

– Cuando se viven un mínimo de normas familiares, así como un horario, ayudamos realmente a nuestros hijos. Podemos incluir: hora de comidas, de estudio, de juegos, de ver programas de televisión, etc., con la flexibilidad propia de un hogar.

– Es muy importante hablar con frecuencia con los profesores, pues muchas veces será su comportamiento en el colegio uno de los mejores avisos sobre un posible problema de nuestro hijo, que requiera la ayuda de un especialista.

– Para estar alerta ante posibles trastornos que pudieran justificar su pereza, de vez en cuando podemos repasar -no estudiar- con él los deberes, para comprobar que ha escrito con buena letra, que los ha terminado todos y que los tiene bien hechos.

Teresa Pereda
Asesoramiento: Alfonso Aguiló, presidente de CECE (Confederación Española de Centros de Enseñanza)

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